martes, 30 de julio de 2013

¿EL FIN DE LA HISTORIA?

La teoría de la discontinuidad histórica abrió a comienzos del siglo pasado un agrio debate, hoy por fortuna superado, sobre los límites de la realidad cualificable y, en particular, sobre la inexistencia o no de determinadas épocas del devenir fluido de la humanidad. Los trabajos pioneros en este campo, vinieron de la mano de Alberstein, Tamagochi y Fieldman. Evidenciaban un espaciotiempo plausiblemente curvo que, en circunstancias extremas de inestabilidad cuántico social, se plegaba sobre sí mismo hasta el extremo de generar bucles de diámetro cero que impedían el avance suave y continuo de la humanidad hacia su propia realización. Ello obligaba a un salto espaciotemporal, dentro del bucle, de mayor o menor extensión, dependiendo de un ‘factor de salto’ que se bautizó entonces con la letra ‘π’ y que medía la tensión a la que el bucle o pliegue estaba siendo sometido en el instante de la observación. Estos primeros trabajos, aunque daban cuenta exacta de la inexistencias de ciertos procesos históricos micro espaciotemporales, adolecía de graves inconsistencias cuando se pretendía aplicarlos a espaciotiempos de mayor amplitud. El factor ‘π’ fue corregido y aumentado, se descubrió la existencia de pliegues bucléicos multiseculares e incluso la de ciertos fibrados gauge que actuaban de manera diferenciada sobre el espacio, por un lado, y el tiempo, por otro. Finalmente, el descubrimiento de dos dimensiones extra del parámetro tiempo –el mítico y el legendario, correlacionados por medio del entrelazamiento cuántico aditivo-, llevaron a la concreción de la actual teoría estándar, hoy conocida y aceptada por todos, de la discontinuidad histórica global.

Con esta teoría regenerada, es bastante sencillo demostrar, no sólo que la batalla de Zama nunca tuvo lugar realmente, sino que el propio siglo que la contempló, o parte de él, ni siquiera llegó a existir, lo que ha obligado a una reestructuración completa de la filosofía de la historia. Del mismo modo,  gracias de nuevo a la teoría estándar de la discontinuidad histórica global, es posible afirmar que los siglos XIX y XX, o, para ser más precisos, el período aproximadamente comprendido entre los años 1785 y 1990, jamás tuvo realidad histórica. Podemos seguir hablando de Robespierre, de Napoleón o de la revolución industrial, de las dos guerras mundiales y las bombas atómicas, de la batalla del Ebro o de los holocaustos armenio, judío y gitano, de Pinochet o de Margaret Thatcher si lo deseamos, o incluso, si queremos, de Vietnam y Bosnia, pero solamente desde una perspectiva probabilista de entrelazamientos cuánticos y siempre en el espacio tiempo mítico o legendario, nunca en el eje de lo real. Ni hallazgos casuales, como el de un pagaré fechado en Liverpool en agosto de 1876, o el de trazas de radiactividad residual en Hiroshima han conseguido hacer mella en la teoría, que gracias a ellos, se ha visto enriquecida con nuevos aportes, como el de ‘fallos estructurales espaciotemporales microscópicos en el entramado extra histórico’. De hecho, la teoría estándar de la discontinuidad histórica global es conocida coloquialmente como “La teoría de la Historia a la carta”.

domingo, 28 de julio de 2013

ROMUALDO PINHEIRO, EXPLORADOR

En el número 2 de Cosmogonical review correspondiente al mes de julio de 2013, una entrevista en exclusiva de nuestro corresponsal galáctico James Dragule, al explorador portugués Romualdo Pinheiro, “Romualdinho”, primer y único aventurero hasta el momento, que ha traspasado el horizonte de sucesos de un agujero negro y ha vuelto vivo para contarlo.

En su estado actual, “Romualdinho” apenas guarda alguna similitud casual con un ser humano corriente. Una banda de tela blanca con un bulto muy llamativo en medio de la frente y dos bolsas a modo de cartucheras a ambos lados de su cadera, constituyen su única vestimenta cuando me recibe desnudo en la puerta de su cabaña. Observo que carece de órganos sexuales identificables, pero me abstengo de comentarlo.
- Aunque ahora vivo como un ermitaño, sigo siendo muy pudoroso –dice, leyendo mis pensamientos.-Pero pase, pase, no se quede en la puerta.
Entro y enciendo el grabador.
- ¿Cuándo supo que lo suyo era la exploración galáctica?
- Todas las noches mi padre me leía para que me durmiera alguna aventura de Ijon Tichy, pero a mí se me abrían los ojos como platos hasta que intervenía mi madre, arrebatándole el libro de las manos y recitándome los cuentos de los hermanos Grimm hasta que me rendía el sueño.
- Volviendo a mi pregunta, ¿desde cuando supo que lo suyo era la exploración galáctica?
- Ya se lo he explicado metafóricamente. Desde niño. Ijon Tichy, Stanislaw Lem, ¿comprende?
- ¡Ah, sí!... ejem,… ¿Y su primera experiencia galáctica?
-En la misión Apolo. Me embarqué de polizón, ¿sabe?
- No, no lo sabía. ¿Y puso los pies en la luna?
-No. Me descubrió el señor Aldrin escondido en uno de los cajones de galletas, mientras esperaba el regreso de Armstrong y Collins. Cuando volvieron, el señor Armstrong propuso echarme por la borda, pero Collins y Aldrin se lo impidieron. Cuando regresé a la tierra, mi padre me dio una soberana paliza y a cambio, las autoridades de la NASA no me denunciaron.
- Pero eso no le desanimó.
- Al contrario. El gusanillo horadaba en mi cabeza cada vez más. No podían conmigo. Me metía en las naves tripuladas y no tripuladas, en las sondas espaciales. Al final todos en la Organización me conocían. “Este Romualdinho –decían- ya se ha vuelto a colar” y me tomaron cariño.
- ¿Por qué decidió meterse en un agujero negro?
- Fue una imprudencia por mi parte. La curiosidad que mató al gato y todo eso, ya sabe. Siempre he querido saber más sobre la física de los agujeros negros. Es apasionante, pero sumamente peligroso. Así que, una vez que llegué al borde mismo del horizonte de sucesos, me quise asomar un poco más, sólo un poquito más y ¡zas!
- ¿Qué sintió?
- Que había sido un imbécil por arriesgarme tanto. Más tarde noté que mi nariz se alargaba sin control y mis ojos se salían de las órbitas, por no hablar de las orejas. No fue de golpe, claro está, pero notaba que me iba desintegrando hasta no ser más que un conjunto infinito de átomos independientes.
- ¿Sin conciencia de sí mismos?
- Fue curioso. Cada átomo empezó a comportarse como una burbuja de percepción autónoma y, después cada componente atómico, cada electrón, cada quark, cada gluón. ¿Entiende?
- Ni papa, pero es igual, siga.
- ¿Eh? ¡Ah, sí!, ¿por donde iba?
- Por no sé qué de unas burbujas.
- Exactamente. Sí. Yo no era yo, claro está, sino eso, un haz infinito de percepciones. No sé expresarlo mejor.
- Ni falta que hace. ¿Y luego?
- Luego, de pronto, todos los átomos que habían sido yo salieron expulsados violentamente del agujero negro…
- ¡Ah, sí! La evaporación de Hawking.
- ¿La qué?
- Nada. Continúe.
- y empecé a recomponerme. Pero no exactamente igual al yo que había sido antes del agujero. Por ejemplo, la nariz se reintegró en la mejilla izquierda y un solo ojo donde había estado la nariz. Y así con todo.
- La verdad es que parece usted un Braque.
- ¿Usted cree? Mi marchante pretendió subastarme como un auténtico Picasso, pero los especialistas de Sotheby’s no me dieron ni el valor de un Juan Gris y nadie pujó por mi, ni siquiera la Fundación de Telefónica.

Tras despedirme del engendro en que se ha convertido Romualdinho y darme la vuelta para marcharme, siento como que me está observando con el que fue su ojo derecho y ahora se aloja en el culo. Cuando me vuelvo para corroborar mi presentimiento, él ha cerrado ya la puerta de su cabaña.

lunes, 1 de julio de 2013

BREVES JULIO 2013

MUNDO ANIMAL: Muere en extrañas circunstancias el gato de Schrödinger.

Los aullidos lastimeros de Lulú, la perrita de Pavlov, alertaron a los vecinos, quienes  avisaron a las autoridades científicas, que ya no pudieron hacer nada por salvar la vida del minino. “Tardaron casi tres horas en llegar”, afirma la señora Angustias, del 3ºC de la calle Weirstrass 327, aledaña al laboratorio del físico austríaco. “Es por culpa de los recortes en investigación –aseguró el profesor Steven Weinberg, premio Nobel de física, a requerimiento de los periodistas-. Antes había siempre un científico de guardia las veinticuatro horas del día frente al cajón del experimento. Además, había mucho tráfico”. David Wineland, galardonado también con el premio Nobel cree más bien que “el gato no soportó por más tiempo su estado de superposición cuántica y fue perdiendo sus siete vidas una a una, aunque-añadió perplejo- el fotón no había incidido en el frasco de veneno.” El profesor, veterinario, y también él premio Nobel, John Sulston, certificó “muerte por inanición” Al parecer, desde la huida de Erwin Schödinger de su patria, allá por el año 1938, nadie había dado de comer al animal. “Por no interferir en el experimento abriendo la puerta”, sentenció Daniel Chee Tsui, que, no podía ser menos, también fue premio Nobel.

Para saber más sobre el gato de Schrödinger, véase, por ejemplo:

ASTRONOMÍA: (Agencias) Un meteorito acaba con la vida del dinosaurio de Monterroso.

Un fragmento de meteorito del tamaño de un guisante de calibre medio, se llevó por delante ayer al despertar, al dinosaurio del escritor y premio Príncipe de Asturias de las Letras, Augusto Monterroso, lo que ha obligado a los editores de sus obras a cambiar el final de uno de sus más afortunados micro cuentos. “Ya no tiene la misma fuerza que con el diplodocus en la habitación”, comentó Pilar Reyes, directora de Alfaguara.

TECNOLOGÍA: Ondas de olor en Telecinco.

Personal del departamento de Investigación y desarrollo de la empresa audiovisual Telecinco, consigue imbricar un paquete de ondas odoríferas en la señal de televisión de su programa estrella, “Gran Hermano”. Por el momento sólo han conseguido resultados positivos con los olores más fuertes: sudorización, eructos y ventosidades, como ya han podido observar los televidenteolfateantes que se hayan comprado el descodificador de olores. En una próxima fase, ya muy avanzada, según los técnicos, esperan poder hacer llegar a los espectadores ondas de olor de vulva de hembra en celo y de semén eyaculado. “Todo sea por el verismo del programa”, nos dice el Jefe de la sección I+D. La ONCE ha aportado una parte sustancial del capital necesario para las investigaciones en este apasionante campo de la teletransmisión.