En el número 2 de
Cosmogonical review correspondiente al mes de julio de 2013, una entrevista en
exclusiva de nuestro corresponsal galáctico James Dragule, al explorador
portugués Romualdo Pinheiro, “Romualdinho”, primer y único aventurero hasta el
momento, que ha traspasado el horizonte de sucesos de un agujero negro y ha
vuelto vivo para contarlo.
En su estado
actual, “Romualdinho” apenas guarda alguna similitud casual con un ser humano
corriente. Una banda de tela blanca con un bulto muy llamativo en medio de la
frente y dos bolsas a modo de cartucheras a ambos lados de su cadera,
constituyen su única vestimenta cuando me recibe desnudo en la puerta de su
cabaña. Observo que carece de órganos sexuales identificables, pero me abstengo
de comentarlo.
- Aunque ahora
vivo como un ermitaño, sigo siendo muy pudoroso –dice, leyendo mis
pensamientos.-Pero pase, pase, no se quede en la puerta.
Entro y enciendo
el grabador.
- ¿Cuándo supo que
lo suyo era la exploración galáctica?
- Todas las noches
mi padre me leía para que me durmiera alguna aventura de Ijon Tichy, pero a mí
se me abrían los ojos como platos hasta que intervenía mi madre, arrebatándole
el libro de las manos y recitándome los cuentos de los hermanos Grimm hasta que
me rendía el sueño.
- Volviendo a mi
pregunta, ¿desde cuando supo que lo suyo era la exploración galáctica?
- Ya se lo he
explicado metafóricamente. Desde niño. Ijon Tichy, Stanislaw Lem, ¿comprende?
- ¡Ah, sí!...
ejem,… ¿Y su primera experiencia galáctica?
-En la misión
Apolo. Me embarqué de polizón, ¿sabe?
- No, no lo sabía.
¿Y puso los pies en la luna?
-No. Me descubrió
el señor Aldrin escondido en uno de los cajones de galletas, mientras esperaba
el regreso de Armstrong y Collins. Cuando volvieron, el señor Armstrong propuso
echarme por la borda, pero Collins y Aldrin se lo impidieron. Cuando regresé a
la tierra, mi padre me dio una soberana paliza y a cambio, las autoridades de la NASA no me denunciaron.
- Pero eso no le
desanimó.
- Al contrario. El
gusanillo horadaba en mi cabeza cada vez más. No podían conmigo. Me metía en
las naves tripuladas y no tripuladas, en las sondas espaciales. Al final todos
en la Organización
me conocían. “Este Romualdinho –decían- ya se ha vuelto a colar” y me tomaron
cariño.
- ¿Por qué decidió
meterse en un agujero negro?
- Fue una
imprudencia por mi parte. La curiosidad que mató al gato y todo eso, ya sabe.
Siempre he querido saber más sobre la física de los agujeros negros. Es
apasionante, pero sumamente peligroso. Así que, una vez que llegué al borde
mismo del horizonte de sucesos, me quise asomar un poco más, sólo un poquito
más y ¡zas!
- ¿Qué sintió?
- Que había sido
un imbécil por arriesgarme tanto. Más tarde noté que mi nariz se alargaba sin
control y mis ojos se salían de las órbitas, por no hablar de las orejas. No
fue de golpe, claro está, pero notaba que me iba desintegrando hasta no ser más
que un conjunto infinito de átomos independientes.
- ¿Sin conciencia
de sí mismos?
- Fue curioso.
Cada átomo empezó a comportarse como una burbuja de percepción autónoma y,
después cada componente atómico, cada electrón, cada quark, cada gluón.
¿Entiende?
- Ni papa, pero es
igual, siga.
- ¿Eh? ¡Ah, sí!, ¿por
donde iba?
- Por no sé qué de
unas burbujas.
- Exactamente. Sí.
Yo no era yo, claro está, sino eso, un haz infinito de percepciones. No sé
expresarlo mejor.
- Ni falta que
hace. ¿Y luego?
- Luego, de
pronto, todos los átomos que habían sido yo salieron expulsados violentamente
del agujero negro…
- ¡Ah, sí! La
evaporación de Hawking.
- ¿La qué?
- Nada. Continúe.
- y empecé a
recomponerme. Pero no exactamente igual al yo que había sido antes del agujero.
Por ejemplo, la nariz se reintegró en la mejilla izquierda y un solo ojo donde
había estado la nariz. Y así con todo.
- La verdad es que
parece usted un Braque.
- ¿Usted cree? Mi
marchante pretendió subastarme como un auténtico Picasso, pero los
especialistas de Sotheby’s no me dieron ni el valor de un Juan Gris y nadie
pujó por mi, ni siquiera la
Fundación de Telefónica.
Tras despedirme
del engendro en que se ha convertido Romualdinho y darme la vuelta para
marcharme, siento como que me está observando con el que fue su ojo derecho y
ahora se aloja en el culo. Cuando me vuelvo para corroborar mi presentimiento,
él ha cerrado ya la puerta de su cabaña.
Buenísimoooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!! Por Dios, qué humor más bueno, lloro de la risa. El perfil de James Dragule es la monda, lo del Picasso ni decirlo, la idea genial y a Romualdo me lo llevo a casa de peluche. Eres un genio de lo absurdo, Janial.
ResponderEliminarY la moraleja sobre el riesgo, el ir más allá siempre, muy bien encajada. Este Romualdo debería estar en mi Baúl,se llevaría bien al menos con dos que yo me sé.
Se lo cedo gustosamente, Donna Bandolera Bando, para lo que sea menester. Gracias por estar ahí. Próximamente, título de propiedad sobre una galaxia elegida por sorteo entre las 200.000.000 o más de nuestro catálogo.
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