domingo, 2 de junio de 2013

ENTREVISTA A AGAPITO CIFUENTES

Una entrevista en exclusiva con Don Agapito Cifuentes, el más importante hacedor de estrellas en activo, por nuestro corresponsal más irresponsable y embustero, James Dragule.

No sé con quién me voy a encontrar al llamar al portalón de los talleres Cifuentes, en el polígono industrial de ‘Las monjas’, situado a las afueras de Torrejón de Ardoz, en la demarcación comarcal de Espanha. He oído tantas versiones y tan contradictorias sobre la fisonomía cambiante y el carácter excéntrico de Agapito Cifuentes, que, al pronto, no sé a qué carta quedarme al ser recibido por un hombrecillo de unos setenta y pico años que me observa entre pícaro y tierno tras sus gafas de nácar y cristales culo de botella. Pero mis dudas se desvanecen nada más comenzar la entrevista. No hay duda de que me hallo en presencia de un hombre humilde, que apenas concede importancia a sus descubrimientos, modesto hasta la candidez y excelente anfitrión. (lo primero que hace es invitarme a un güisqui)

JD: Empezó usted muy joven, ¿no, Don Agapito?
AC: Llámame Agapito a secas y te agradecería el tuteo. Yo soy de tuteo, ¿sabes? Mi educación cuáquera, seguramente… Pues sí, comencé, no te lo vas a creer, a los doce años recién cumplidos. Fue gracias a mi padre, que en paz descanse. Ignoro por medio de qué influencias, el caso es que consiguió que se me admitiera de aprendiz en los talleres del señor Estanislao, uno de los hombres,… no, el hombre más maravilloso… (aquí parece a punto de soltar una lágrima, pero se contiene a tiempo) que he conocido en mi vida. Él me enseñó todo lo que sé y, mucho de lo que aún no he conseguido asimilar, procede también de él.
JD: Sin embargo, por lo que tengo entendido, la idea de fabricar directamente cúmulos de estrellas, en vez de ir haciéndolas una a una, como hasta entonces, procede de usted (de ti). De hecho, se conoce como ‘la revolución Cifuentes’
AC: pero observa que, también aquí, la idea básica partió de él.
JD: ¿Ah sí?
AC: Sí. Verás, en su taller, el señor Estanislao siempre hacía hincapié en que todo, absolutamente todo, podía resultar, más bien temprano que tarde, reutilizable. Así que nunca tirábamos nada. O dicho de otro modo: en su taller no existía la palabra ‘basura’. Así, por ejemplo, cada vez que fabricábamos una estrella, nos exhortaba a guardar todos los residuos en cajas catalogadas. Los neutrones en el contenedor de neutrones, el polvillo sobrante tras el pulido de la estrella, en la caja de virutas y así con todo lo demás. El señor Estanislao era muy puntilloso en eso, lo que nos obligaba a pasarnos largas horas recogiendo del suelo y ordenando los deshechos uno a uno. Pero no fue tiempo perdido. De una de esas cajitas, la de los polvillos, saqué precisamente el material necesario para construir mi primer cúmulo galáctico. Curioso, ¿verdad?
JD: ciertamente, sí. ¿Aprendió, perdón, aprendiste mucha teoría? Algunos colegas de la competencia te acusan de falta de preparación.
AC: el señor Estanislao nos alentaba, claro está, a estudiar teoría de la relatividad y mecánica cuántica, pero, al mismo tiempo, nos advertía del peligro de tomárselas demasiado en serio. “Un exceso de formalismo matemático –nos decía- embota la creatividad”. También aprendí de él que, al poner manos a la obra para fabricar una estrella, es bueno abstraerse lo más posible de la teoría aprendida a base de codos. Yo siempre les digo, tomándolo de él, a mis aprendices: “mucho estudio y poco juego, hacen a Juan majadero”. Es que tengo un discípulo que se llama Juan que se pasa el día encima de los libros. Pero esa es otra historia… Y respecto a mis “colegas”… Verás: cada estrella o cada cúmulo, requiere su propio proceso de fabricación. Nunca verás dos estrellas o dos cúmulos iguales, no de las que salen de nuestro taller. Ellos que hagan lo que quieran Esto no es una industria. Piensen y digan lo que quieran.
JD: Esto nos lleva a mi siguiente pregunta: ¿artista o artesano?
AC: Menos industrial, lo que quieras, je, je. Yo prefiero particularmente lo de artesano. Pero va en gustos.
JD: ¿Qué opinión le (te) merece la teoría de cuerdas? ¿La ves viable?
AC: Para la fabricación de estrellas, sí. De hecho la teoría de cuerdas es muy anterior a su formulación metamatemática actual. ¿No habéis oído hablar los jóvenes de la ‘armonía de las esferas’?
JD: Mi pregunta iba un poco más lejos. ¿Crees realmente en la existencia de dimensiones extra?
AC: En nuestra modestia, los hacedores de estrellas siempre hemos sabido de la existencia de más de cuatro dimensiones. Para ninguno de nosotros es un secreto que hay entre tres y seis dimensiones espaciales y entre dos y cuatro temporales. El error estriba en considerar solamente una inflación de dimensiones espaciales. No importa, ya lo corregirán.

Agapito Cifuentes desmelenado y sin gafas trabajando en su taller.
Instantanea cortesía de Concepción Candelas.

JD: Pasando a otra cuestión: ¿es cierto que te negaste a construir un agujero negro para el Ministerio de la Guerra?
AC: Totalmente cierto. Oye, ¿tu sabes mucho, no? (risas).
JD: ¿Y cómo es la anécdota?
AC: No fue divertido. Hubo muchas presiones. Estábamos en guerra, ¿sabes? Todo el mundo andaba como loco buscando el arma definitiva con que aniquilar al contrario. Cuando nos negamos –y hablo en plural porque desde el primero hasta el último en el taller sabía lo peligroso que podía llegar a ser aquella arma potencialmente letal para toda la humanidad y todos votamos No en asamblea- a construir el butrón, nos quisieron acusar de alta traición y connivencia con el enemigo. Al final se limitaron a cortarnos el grifo del material y estuvimos a punto de tener que cerrar el garito.
JD: Pero no cerró.
AC: ¡Claro que no! Son las casualidades de la vida, o, como decía el señor Estanislao, “cuando la diosa Fortuna pase a tu lado, agárrate a ella y déjate llevar”. Fueron las restricciones de material, precisamente, las que obligaron a sacar los residuos de las cajas y en una de estas, ¡¡zas!! Los cúmulos. Algo parecido a lo que nos está sucediendo ahora, con la crisis mundial. Nos hemos visto obligados a fabricar estrellas de tres dimensiones espaciales y tres temporales. Pero esa restricción nos ha permitido hacer cúmulos mucho más compactos y de mayor duración. Vivir para ver. Pero estoy hablando demasiado y tú con el vaso vacío. ¿Quieres otro güisqui?
JD: Bueno.



4 comentarios:

  1. Hola Jaime sigo tu nuevo blog.
    Gracias por compartir.
    Entro a leer tus post.
    Un abrazo de MA.

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    1. Gracias M.A. Siempre es un honor digno de agradecer que alguien que no es de la familia, como mi buen sobrino Txugui y, además excelente poeta, se pase por esta casa.

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