¿Cómo sería la vida en un mundo de tres dimensiones exclusivamente
espaciales y una absolutamente temporal? Durante mucho espacio-tiempo-ensueño,
esta pregunta no fue más que un divertimento para diletantes de la Ciencia y poetas en paro.
El descubrimiento de sistemas galácticos en los que, tal vez, sus habitantes se
muevan en un espacio tiempo con esas limitaciones, ha convertido la cuestión en
motivo de estudio para sociólogos y especialistas en ciencias de la Naturaleza.
Dejando de lado por el momento, la presumible absurdidad de
dimensiones espaciales independientes de las correspondientes variables
temporales, podemos preguntarnos de entrada si es simplemente viable un mundo
de sólo cuatro dimensiones simples.
Comencemos por las variables temporales como si fueran totalmente
independientes. En un universo hipotético, regido por una sola variable de este
tipo, ¿cómo podemos saber, de entre las cuatro en la que nosotros nos movemos,
la que propiciaría el desarrollo de tan extraño mundo? Se han barajado varias
hipótesis, ninguna de las cuales ha permitido hacernos una idea, siquiera
aproximada, de las características que asumiría un universo así, aunque todas
descartan la posibilidad, ni siquiera remota, de un tiempo-reloj, al estilo del
nuestro.
“La hipótesis del tiempo-reloj como única
variable temporal y, además, ortonormal a su espacio correspondiente, es
absolutamente incompatible con la existencia de vida, cuanto menos aún de vida
inteligente. Huérfanos de la profunda intuición vital que sólo una variable
tiempo-ensueño puede proporcionar (sola o acompañada de su correspondiente subdimensión
espacial), sus habitantes estarían sometidos a un desarrollo histórico
puramente lineal, una especie de 'Sálvese el que pueda' que llevaría inexorablemente a los seres
vivos, inteligentes o no, a un progreso circular, con eterno retorno incluido,
contradiciendo así, la linealidad antedicha. De
esta forma, pues, debemos descartar enérgicamente dicha conjetura.”
No todos los neurocientíficos, ni mucho menos, se muestran de acuerdo
con que dicha contradicción se pueda producir en un mundo diferente del
nuestro, naturalmente, aunque todos ellos convienen, por diferentes motivos, en
que ciertamente, un tiempo-reloj es inviable en un espaciotiempo por limitado
que éste sea en sus dimensiones y características independentistas.
Hipótesis como las de un tiempo-ensoñación, un tiempo-magia o,
incluso, un tiempo-místicismo, tampoco resuelven la cuestión de su viabilidad,
por lo que se han propuesto explicaciones que, rozando los límites de la
ciencia-ficción, pasamos a describir brevemente.
Todas ellas se basan, esencialmente, en una premisa común: ¿es viable
la vida en un sistema en que las diferentes variables tiempo por nosotros conocidas,
se hallen imbricadas en una sola variable Tiempo-Absoluto? Algunas simulaciones
por ordenador, esa potente herramienta científica todavía hoy poco o nada
valorada por el profano y cada vez más por el estudioso, apuntan a una
respuesta pseudos-positiva con una cierta probabilidad de existencia mayor que
cero, siempre que se establezcan ciertos límites en la contribución individual
de cada uno de los valores en juego. ¿Cómo se hace esto? Aunque resulta más
sencillo implementar directamente el programa de ordenador correspondiente que
explicar el método general, intentaremos dar una idea del proceso sin entrar en
detalles.
Para conseguirlo, partiremos de nuestro conocido espacio-tiempo
duplex-tetradimensional, con sus cuatro ejes ortonormales dos a dos y en el
que, cada punto de cada eje nos informa de un tandem espaciotiempo complejo.
Así, si tomamos el eje W, que representa nuestro espaciotiempo-reloj, cada
punto de él, nos ofrece información imbricada (la conocida maraña
unidimensional de Nadashekov) tanto del tiempo como del espacio cuestionado. Lo
primero que hace el programa modelador, es descomponer, por medio de un
algoritmo separador, cada punto de cada uno de los cuatro ejes complejos en dos
semipuntos (dos semimadejas o semimarañas, realmente) independientes, con
información del espacio por una parte y del tiempo, por otra. Se obtiene de
esta forma un espacio tetradimensional simple por una parte y una tabla de
valores de tiempo, por otra. Tabla en la que, cada columna representa un valor
de variable temporal diferente (Reloj; Magia, Ensueño; Misticismo) y cada fila
una tétrada con sus cuatro valores correspondientes. A partir de aquí, se
genera el eje Tiempo-Absoluto por medio de las sumas ponderadas de cada cuaterna
de valores considerados.
¿Cómo pasamos de los cuatro ejes espaciales simples a los tres que
deseamos tener? Algunos programas modelizadores sencillos para uso doméstico,
se limitan a eliminar uno de los cuatro ejes espaciales, generalmente el
místico, y lo sustituyen directamente por el recién creado de Tiempo-Absoluto.
Los más avanzados, empero, utilizan un algoritmo de reinserción mediante el que
los semipuntos del eje espacial simple, pongamos de nuevo el místico por
ejemplo, se reparten con mayor o menor acierto, dependiendo de la subrutina
implementada en el modelador, entre los tres ejes restantes, imbricándose en
ellos, a veces de forma rocambolesca.
Llegados a este punto, se hacen necesarias dos puntualizaciones sin
las que no sería posible entender lo que seguirá. En primer lugar, nosotros
vivimos, por lo que sabemos hasta hoy, en un continuum duplextetradimensional
espaciotemporal sin fisuras. El universo tetradimensional simple que estamos
explorando, en el supuesto de que exista, ¿cumpliría esta misma condición? Es
evidente que los modelizadores, por avanzados que sean sus algoritmos
separadores, no pueden responder a esta pregunta. Aunque hipotéticamente
podamos recubrir completamente los tres ejes espaciales simples por medio de
semipuntos del cuarto eje, (el llamado “eje de deshecho”), eso nunca podremos
hacerlo, por el mismo carácter del algoritmo arriba mencionado, con los valores
de Tiempo-Absoluto. Sea cual sea el guarismo que utilicemos para ponderar la
suma de los tiempos de la tabla, el eje Tiempo-Absoluto, será siempre un eje de
valores discretos. Pero, además, este eje, una vez realizada la suma ponderada
de la contribución de cada tiempo concreto al total, estará siempre formado por
algo que no podremos definir ni como puntos ni como semipuntos (o marañas, semimarañas
doblemarañas, etc., de Nadashekov). Esto, en lo referente a la programación de
modelos tetradimensionales simples.
La segunda puntualización tiene mayor enjundia y, aunque no podamos
detenernos excesivamente en ella, debemos cuanto menos exponerla en sus líneas
generales. En un universo tetradimensional simple, ¿tiene razón de ser el
concepto de maraña de Nadashekov? Muchos son los que apuestan por una respuesta
negativa y prefieren explorar otras posibilidades como la de que cada punto en
dicho espacio vendría dado por una cuaterna de números reales, desterrando, de
paso, la existencia de los complejos. Esto llevaría a una concepción de dicho
universo completamente irreconciliable con el nuestro e imposibilitaría
cualquier intento por comprenderlo, incluso de vislumbrarlo imaginativamente por
nuestra parte. En lo que sigue, no obstante, no tendremos en cuenta esta
importantísima objeción y sacaremos a relucir lo poco que sabemos a través de
los programas de modelización, basados en esencia, aunque con matices como ya
hemos apuntado, en un universo de puntos enmarañados como el que habitamos, así
como de los llamados avistamientos in
situ de los que mencionaremos dos de los más acreditados.
II
El aspecto más delicado de un programa modelizador se centra en la
algoritmia utilizada en la ponderación del sumatorio temporal. Así, por
ejemplo, valores del tiempo-mágico que no superen al tiempo-ensoñación en más
de un diecinueve por ciento, suelen dar probabilidades existenciales de
universos tetradimensionales simples del setenta y uno por ciento en adelante.
Si añadimos, valores de tiempo-misticismo por debajo del tres por ciento, en
combinación con valores altos de tiempo-reloj (por encima del cincuenta y siete
por ciento), la probabilidad de vida en el sistema alcanza cotas del treinta y uno
por ciento. Para saber si esa vida presumiblemente poseería algún tipo de
inteligencia, debemos afinar el otro algoritmo fundamental del programa
modelizador, el de reinserción. Cuanto mejor haga su trabajo de imbricación de
los puntos obsoletos del eje de desecho en los tres restantes, es decir, cuanto
más se aproximen los ejes respectivos a continuos de puntos, más atinadas
respuestas a la cuestión planteada obtendremos. De ahí que los programas para
uso doméstico, al eliminar simple y llanamente el eje de desecho sin más, nunca
pueda ofrecernos respuesta a la cuestión de la inteligencia. Los modernos
ordenadores cuánticos, que permiten el uso de Q-bits en la implementación del
algoritmo en cuestión, permiten cifras de un trece por ciento de probabilidad
de inteligencia para las cotas de probabilidad vital analizada anteriormente
(es decir, el trece por ciento del treinta y uno por ciento). Sin embargo,
estos computadores cuánticos adolecen, al parecer, de un defecto insospechado
cuando empezaron a implementarse en él los programas modelizadores en cuestión.
Dado que el eje de Tiempo-Absoluto, a diferencia de los ejes espaciales, es
discreto por definición, ese trece por ciento del treinta y uno por ciento, cae
con frecuencia en puntos inexistentes en el eje de tiempos. Podemos admitir sin
más, y así suele hacerse, que el presunto universo tetradimensional simple
objeto de la modelización es, a pesar del algoritmo de suma ponderada, continuo
en sus cuatro ejes. Pero eso no mejora las cosas. Eso es debido al hecho de que
en la superposición cuántica de estados propiciada por los Q-bits del algoritmo
de reinserción, ninguno de los tiempos considerados juega el más mínimo papel.
Aunque se utilizan factores de corrección, lo cierto es que el problema
subsiste y hoy por hoy por medio de la modelización exclusivamente, no podemos
asegurar que las probabilidades de vida inteligente ofertadas por dichos
programas sean correctas.
III
El asunto de los avistamientos
in situ ha generado y sigue generando multitud de opiniones encontradas,
desde una seria consideración por parte de algunos sociólogos, hasta un
contumaz escepticismo de la mayoría de la comunidad científica. A la vista de
los análisis médicos realizados a muchos de los visionarios, se impone desde
luego un cierto recelo. En la mayoría de los casos tratados, se observó que los
protagonistas de los avistamientos adolecían de patologías mayoritariamente
hepáticas que actuaban sobre sus percepciones audiovisuales y aún táctiles
–pero no así, en general, sobre las olfativas y gustativas-, de formas
inusitadas, por medio de distorsiones aberrantes en sus marañas
espaciotemporales-misticas y de ensoñación sobre todo. El consumo habitual de
ciertos productos tenidos por tóxicos, también producía trastornos sensoriales,
por la potenciación de alguna de los componentes del duplextetraespaciotemporal
en detrimento de los demás. No obstante, existen algunos casos, claramente
discernibles del resto, en los que no ha sido posible desmontar los
avistamientos e incluso, la abducción in
situ, por medio de un estudio médico posterior. A dos de ellos dedicaré las
siguientes páginas, dejando que sean sus respectivos protagonistas quienes
narren de primera mano sus experiencias pertinentes.
El primer relato es un ejemplo típico de avistamiento in situ sin más. Se produjo, según la
propia protagonista, a plena luz, lo mismo que el segundo del que hablaremos
después –lo que los diferencia de la mayoría de avistamientos que se tienen por
espurios-, y lo narra una mujer “fuera de toda sospecha”: la doctora en
ciencias bioquímico neurocerebrales por la universidad de San Hilario, Ángeles
Asensio Guzmán. He aquí su informe extractado:
“Me viene como un denso eco luminoso, el sonido de la maquinilla raspando
la superficie de sus mejillas. Me gusta. No así el continúo chiiiii… de su
sempiterno reloj de arena. Siempre acaba por ponerme histérica. Debe ser el
quinto o sexto. Ya he estampanado contra la pared los otros cuatro o cinco,
algunos primorosamente trabajados con cristal de Bohemia. Siempre me relaja oír
el crujido del silicio desparramado bajo mis pies, es como macerar el
espaciotiempo-reloj o pisar la uva en su lagar. (Contrólate, Ángeles; no te
dejes arrastrar por el espaciotiempo-magia).Y, sin venir a cuento ni a
descuento, una extraña visión: Como a través de un catalejo invertido, se me
apareció muy a lo lejos la figura de un hombre muy anciano, quien, a pesar de
la distancia, me pareció estar intentando desmadejar la sábana que le cubría. Pensé:
“este tipo se está muriendo”. Dejándome literalmente los ojos en mi
observación, pronto descubrí que el tiempo a su alrededor era perfectamente
isotrópico y de un color ambarino y de manera extraña, estaba completamente
separado del espacio granítico que lo sustentaba. Tuve conciencia de que el
hombre había muerto en el mismo instante en que mi eje espaciotemporal-místico
vislumbró un resplandor blanquecino y en el de ensueño sufrí un leve vahído.
Inmediatamente, deje de oír el rascar de la cuchilla de afeitar. Un ligero
temblor en el eje espaciotemporal-magia, me advirtió de que se había cortado
las muñecas con un indefinible objeto cuadrangular.”
El caso del profesor in vitro
Varela Sotomayor es, si cabe, más extraño todavía. Se trata de un caso claro de
avistamiento con abducción cuyo misterio, ningún neurocientífico ha podido
desentrañar. El hecho de que el objeto cuadrangular con que regresó y cuya
razón de ser o utilidad aún no haya sido destentrañada, existe, y se conserva
en el Museum. Este es su relato:
“Siempre que puedo, mido el espaciotiempo-reloj con uno de arena. Me
gusta sentir como fluye. Esta vez, también. Me afeito. Al otro lado del espejo,
una sombra, esta vez, ominosa. No le doy mayor importancia. Sé que es el
reflejo del reflejo de la dimensión espaciotemporal-ensueño. Me sucede siempre
que paso la maquinilla por la nuez. Tampoco me asusta la visión simultanea
–correspondiente al eje espaciotemporal-magia –de la bruja de Endor que observo
por el rabillo del ojo izquierdo. Ni me preocupa la sensación de una presencia
etérea y casi angelical en mi espaciotiempo-misticismo. No me convence, empero,
la subestructura subyacente que abre, sin apenas darme cuenta, el abismo de lo
insondable a mis pies. Alguien o algo tiran de ellos hacia abajo y me veo
inmerso en un Maelstrom gigantesco del que, estoy persuadido, nunca podré
salir. De pronto, he tocado fondo y una sombra a modo de hijo del hombre tiende
su mano, de la que pende un extraño objeto cuadrangular de exactas proporciones
áureas. ‘Toma -parece decir la sombra- y haz buen uso de ella’. No es una
tarjeta de visita. Está numerada y lleva mi nombre. En la esquina inferior
derecha, un pequeño recuadro con las letras V-I-S-A, llaman inmediatamente mi
atención. Quiero preguntar a la sombra pero las palabras no fluyen de mi boca y
la aparición se desvanece. Alguien o algo vuelven a cogerme, esta vez por un
cabello de mi cabeza y de un tirón me devuelven al mundo cotidiano. Mi reloj de
arena sigue dejando resbalar su preciado tesoro, el reflejo del reflejo al otro
lado del espejo se ha vuelto risueño. La visión de la bruja de Endor ha dado
paso a la más amable de don Genaro Flores y en el aire superior se me aparecen
los santos de Yahve. Una sabiduría que no es de este mundo me llena por completo.
Sé, sin que nadie me lo haya explicado, para qué sirve el objeto que sostengo
en mi mano en vez de la cuchilla.”
Intreresante post...El mundo y el universo es un misterio por descubrir.
ResponderEliminarUna obra maestra que nos hace pensar en ella, estudiarla y escribir sobre ello...
Un abrazo.
Feliz día.
Simepre será un mistrio. Gracias M.A.
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